23.11.09

Desde un Balcón




Como cada día, durante los últimos tres años, Eva mira de reojo el reloj de la pared mientras friega con esmero el suelo del bar. Tiene ganas de salir de aquel tugurio de mala muerte. Su chico debe estar a punto de llegar, y no quiere hacerle esperar. Da los últimos retoques con la fregona, y la deja dentro del cubo, junto a la puerta. Observa el suelo brillante. A pesar de odiar aquel antro, sigue poniendo el mismo empeño que pusiera años atrás, cuando empezó a trabajar de camarera. Cierra la puerta al salir. Es una suerte que el jefe le confiara las llaves. Eso le da bastante libertad. Enciende un cigarrillo, y se sienta en el escalón de la entrada a esperar a su novio.

Dos horas después de cerrar, Eva sigue sentada sobre el mismo escalón, las manos metidas en los bolsillos de la chaqueta, intentando calentarse un poco. No parece alterada por la espera. Quizá está acostumbrada. Media hora más tarde, se levanta lentamente, y camina por la oscura calle solitaria hacia su casa. No vive lejos.

Desde un balcón cercano, como cada noche desde hace tres años, Marcos la observa a través de los barrotes. Ya no se pregunta a quién espera esa mujer desde hace tres años. No necesita preguntárselo. Hace tiempo que lo sabe, y hace tiempo que sabe que nadie acudirá nunca a esa cita.


j.u.r.g.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...